APUNTES DE HISTORIA: El sistema de repartimiento en el Yucatán colonial

¿En qué consistían los repartimientos y cuáles fueron los géneros (productos) más importantes?

Cuando uno se sumerge en las fuentes historiográficas de la época colonial en Yucatán es común encontrarse con dos conceptos: encomiendas y repartimientos. Considerando que sobre el significado de este segundo término prevalece un mayor desconocimiento, la finalidad de este artículo será esclarecerlo y al mismo tiempo dar a conocer cuáles fueron los repartimientos más importantes durante el siglo XVII.

De acuerdo a la reconocida historiadora española García Bernal (1972) los “repartimientos, objetos de tanta polémicas, consistían en adelantar dinero a los naturales para que estos los devolvieran en géneros […]. Esta especie de trueque o rescate entre españoles e indios podía haber derivado en un provechoso comercio para ambas partes, ya que para los primeros suponía la obtención, por la vía más rápida y fácil, de los únicos productos importantes de la provincia desde el punto de vista comercial, y para los indios la posibilidad de conseguir dinero con que pagar sin apuros los tributos que sobre ellos pesaban. Sin embargo, acabó siendo otra forma más de explotación del indígena, que se fueron reservando poco a poco los gobernadores, ejerciéndola por medio de los jueces repartidores” (pp. 17-18).

¿Cuáles eran estos controvertidos repartimientos?

La especialista en historia de la época colonial de Yucatán, señala que eran cinco: patíes, mantas, cera, grana, hilo y algodón, estos últimos los engloba en uno mismo.

1. “Los repartimientos de patíes se basaban en la entrega de cuatro reales a las indias a cambio de un patí de cuatro piernas que éstas debían confeccionar. El patí era una manta de algodón tosco formada por cuatro tejidos de dos varas de largo y dos tercios de ancho” (p. 26).

2. El segundo repartimiento era el de confección de mantas que resultaba “mucho más difícil y costosa para las indias que la de los patíes; de ahí que su precio fuera mayor. […] Estos repartimientos eran muy apetecidos por los jueces porque las mantas eran uno de los principales productos de exportación de la provincia” (p. 27).

3. “El otro repartimiento más frecuente, junto con el de los patíes, era el de la cera […]. Los riesgos que corrían eran posibles picaduras y caídas de los arboles a donde tenían que subirse a buscar la cera” (p. 28), además que corrían el riesgo de que les fuera devuelta por no entregarla limpia (p.29).

4. Otro de los géneros a través del cual se obtenían ganancias era con la obtención de grana (p. 29), que muchas veces suponía que los indígenas no pudieran conseguirla en sus propias cosechas y tuvieran que terminar comprándola.

5. Respecto al algodón y el hilo, estos no eran tan frecuentes ni constantes. Respecto al algodón podía darse de dos formas: “los jueces repartidores daban a los caciques y principales algodón para que éstos los vendieran entre sus indios, lo necesitasen o no” (p. 29) y “en la entrega de dinero a los indios para que estos lo devolvieran en algodón” (p. 30).

La historiadora nos ofrece en su texto La visita de Fray Luis de Cifuentes, Obispo de Yucatán (Sevilla, 1972) un panorama bastante completo sobre a lo que se refieren las fuentes históricas cuando hablan de repartimiento. Si bien en el listado que ahora se presenta solo nos limitamos a mencionar los tipos, en el texto original la especialista hace un recuento pormenorizado de los agravios que conllevaba la realización de cada uno. Estos trabajos forzosos condicionaban sin lugar a dudas la vida de los indígenas: los varones no tenían descanso ni tiempo para labrar, por lo que era común que escasearan las legumbres y demás alimentos básicos. Las mujeres por su parte al pasar la mayor tiempo hilando y tejiendo no tenían tiempo para tejer sus vestidos y los de su familia, por lo que no les quedaba otro remedio que ir medio desnudos (García Bernal, 1972: 30-31).


García Bernal, Manuela Cristina
1972 La visita de Fray Luis de Cifuentes , Obispo de Yucatán. Separata del Tomo XXIX del Anuario de Estudios Americanos. Editado por la Escuela de Estudios Hispano-Americanos. Sevilla. Pp. 1-31.